La mayoría de los métodos de organización personal parecen
estar obsesionados con dos fantasmas que, aparentemente, son la fuente de todos
nuestros males: la gestión del tiempo y la información.
El hecho es que no puedes controlar el tiempo; el tiempo
simplemente está ahí. Lo qué sí puedes hacer es controlar tu atención y
organizar tus acciones. ¿A qué viene entonces esta obsesión con gestionar el
tiempo? Muy sencillo: el tiempo es lo primero que crea la conciencia de que existen
limitaciones y lo es porque, probablemente, es la más evidente de todas
ellas. En otras palabras, el tiempo que necesitarías para hacer todo lo que
tienes, debes, quieres o te gustaría hacer, excede con mucho el tiempo real del
que dispones.
Sin embargo, el tiempo no es la única de las limitaciones.
Las circunstancias en las que te encuentras en cada momento también limitan las
opciones de que dispones. Por ejemplo, durante un vuelo no puedes hacer
llamadas telefónicas, ni puedes imprimir un documento mientras conduces, ni
hablar con un cliente un domingo… El lugar en el que te encuentras, las herramientas
que hay a tu alcance, las personas con las que estás o incluso el nivel de
energía que tienes en un momento dado te limitan tanto o más que el tiempo
disponible.
En cualquier caso, lo realmente importante es comprender que
lo único que puedes gestionar eres tú y, en concreto,
tu atención. Cuando te gestionas de manera completa y óptima, el concepto
tiempo deja de tener sentido, desaparece. Simplemente estás haciendo las cosas
que, para ti, tiene más sentido hacer en ese momento.
Pero entonces, si no es por la falta de tiempo ni el exceso
de información, ¿a qué se debe el estrés? Dicen los expertos que las principales
causas de estrés están relacionadas con un cambio significativo en nuestra
vida. ¿Por qué? Porque todo cambio implica una modificación en las condiciones
de nuestro entorno, que pasa de ser algo conocido y evidente a algo nuevo,
desconocido y potencialmente peligroso.
Las cosas evidentes no estresan porque nuestro cerebro sabe
qué significan, es decir, si debemos/podemos ignorarlas, si pueden sernos
útiles o, por el contrario, suponer una amenaza. El problema de una bandeja de
entrada con 100 mensajes sin leer no es que sean 100 mensajes, sino que
desconoces su significado potencial. ¿Hay algo que debo hacer de inmediato?
¿Puedo estar perdiendo una oportunidad?
Por eso, el éxito a la hora de controlar el estrés reside en
tu capacidad para convertir rápidamente y de forma natural lo no evidente en
evidente de forma que puedas decidir de forma intuitiva qué hacer, y qué no
hacer, en cada momento.
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