Diferentes especialistas también se refieren a las nuevas tendencias en las llamadas “funciones directivas” (planificación, organización, mando y control). En la función de planificación, las principales tendencias que se señalan son: el tránsito de la planeación “clásica”, al enfoque de la estrategia; el análisis del “pasado al futuro”, buscando tendencias anteriores, se sustituye por el análisis del futuro al presente, concibiendo diferentes escenarios futuros y planes de contingencia (que hacer si…); del plan y la implementación como procesos separados, a concebirlos como un proceso único, integrando ambas; de la tecnología como factor estratégico, a los recursos humanos como el más estratégico; de la focalización en la empresa, a considerar el entorno como punto de partida de cualquier estrategia.
En la función de organización, las tendencias se mueven: de las estructuras jerárquicas a las estructuras planas y flexibles; de los manuales y normas detalladas, como factores reguladores, a la visión, los valores y la cultura, como los factores principales para la integración del trabajo en las organizaciones; de la estabilidad, como elemento organizador, al cambio y la innovación como factor de adaptación constante a las nuevas situaciones.
En la función de mando, las tendencias se mueven en las siguientes direcciones. De la autoridad, como factor de disciplina, al liderazgo, como elemento movilizador; de “dirigir A LOS hombres” a “dirigir CON LOS hombres”; de los recursos humanos, como un “objeto” del proceso de dirección, a considerarlo como un “sujeto” clave, participante; de la motivación, muchas veces manipuladora, a la creación de un sentido de pertenencia; de la delegación, al empoderamiento (facultar, dar poder, desarrollar).
En la función de control, se trabaja por moverse de la autoridad, al autocontrol y compromiso; de la orientación hacia los procesos (decirle a cada cual “como” debe hacer las cosas), a los resultados (concretar lo “que” debe lograr), resumiendo que el jefe defina el “que” y el subordinado genere el “como”; los valores, como instrumento de orientación del funcionar de los miembros de la organización.
Las capacidades principales para gerenciar en el entorno moderno son: flexibilidad y disposición para el cambio, asumir riesgos, e innovación constante. En un plano más general, los retos que tienen los gerentes para ser efectivos en las nuevas condiciones, según diferentes especialistas, se mueven en las siguientes direcciones:
De operar en un medio definido y de cierta estabilidad (hasta los años 70-80); a operar en un medio poco definido y en constante cambio y movimiento. Aprender a gerenciar la incertidumbre y la complejidad. De la disposición para realizar tareas concretas, de determinada reiteración; a la habilidad para realizar actividades creando expectativas y motivación entre sus seguidores.
De la capacidad para el trabajo individual, a la capacidad para crear e integrar equipos. De una formación técnica-específica, a una formación integral que le permita la interpretación adecuada de los fenómenos y tendencias del entorno y anticiparse a estas.
Como se puede ver el factor que determinará el éxito en la gestión de las Gerencias es la flexibilidad y la capacidad de prepararse para ambientes inciertos. Anteriormente la sensación de seguridad de las personas venía de la estabilidad, en la actualidad lo único estable es el cambio, y la sensación de seguridad debe venir del conocimiento.
Se acabaron aquellos tiempos de “así se ha hecho siempre” y estamos en los tiempos de la creatividad (pensar mejores formas de hacer las cosas) y de la innovación (hacer las cosas de forma más eficiente y productiva). Es difícil inventar algo que no exista, pero siempre es posible encontrar formas de mejorar los productos o servicios que ya existen. Los gerentes del siglo XXI deben ser expertos en innovar, de eso depende su desempeño y el desarrollo que puedan lograr en su actividad profesional.
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